martes, 21 de febrero de 2012
La imposición solo es posible cuando existen unos recursos de poder para imponer; si no, no. Y también cuando hay una total cerrazón a la razón -es decir, intolerancia- para imponer ideas de conveniencia o de marginación lejos de la demostración o de las reglas de la racionalidad, esto es, guiadas por un "porque sí".
Con eso, solo con intolerancia y con recursos de poder se puede imponer algo; precisamente mis máximas carencias, por lo que soy la persona que menos imposición doy, con total demostración.
No hay nada que imponga, ni explícita ni implícitamente; ni de pensamiento ni de hechos. Pero una gran mayoría sí imponen de muchas maneras sutiles, y son los que dicen que no, pues el que impone carece de la capacidad de "reconocer algo".
Se impone lo cerrado y lo que no admite corrección, ni exigencia ni autocrítica; se impone solo lo que no abre una puerta siquiera a la posibilidad de estar equivocado. Se impone lo que es fruto del interés -a toda costa o a todo vale-, no lo que es fruto de la aplicación -con rigor- de las reglas racionales.
Por eso es imposición, porque se dice o se hace (no hay propuesta ni tolerancia a una contraargumentación) sin otra alternativa que ser imposición. Solo puede ser imposición, ahí no sirve ya que demuestres nada, no, está predeterminada -como paranoia- a que no existe siquiera un error.
El que impone no puede ESCOGER -no es libre-, porque siempre interesadamente pensará lo mismo ("que los negros son inferiores", "que no existe la evolución", etc.), y de ahí jamás sale, se demuestre lo que se demuestre, se viva lo que se viva, se aprenda lo que se aprenda: todo está fijado hacia su oscuridad.
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