- Nunca, por alguna de las manifestaciones aquí expuestas, he tenido una rentabilidad, sino miles de presiones (donde entran amenazas, desprecios, etc).
- Ni la cultura, ni la costumbre ni la libertad, ninguna, pueden justificar lo injustificable. Además, la crueldad no es más que "una libertad sin limitaciones". Y, en realidad, no hay crueldad en el mundo que no haya sido parte ya de alguna cultura.
- Nunca se ceden los privilegios que da algo injusto de una manera suave, tranquila o "cariñosa" (no ha existido en toda la historia), sino por medio de acciones contundentes de protesta o de "luchas".
- Toda injusticia es esencialmente cruda; por lo tanto, en consecuencia o en coherencia, el exponerla también es algo crudo, el luchar contra ella o el erradicarla también -no caben flores o coloridos para despistar ahí-. Eso es lo que hay; si no lo quieres para ti o para tus hijos o para el mundo, pues ¡haz algo!
- La compasión siempre hay que merecerla sólo por la desprotección que tenga alguien que, sin proteger al mal y sin hacer -de "hechos", en ceñimiento a lo sólo objetivo- daños, está olvidado por esos buenistas -que, en definitiva, lo tienen todo, incluido el poder en todos los sentidos- de turno. Por eso hay que tener compasión, primero, por los que son débiles ante sus "buenistas" depredadores.
- La única prioridad que está por encima de las demás (incluso por encima de patria) es la dignidad de un ser humano; ésa es la mía.
- Durante bastantes siglos los medios de comunicación sólo han dejado hablar a los apologistas de una injusticia, lo justo sería que ahora durante algunos años o días -por piedad- hablasen los otros.
- Si te pica -porque no te beneficia- la erradicación de algo injusto o cruel, antes de ser una irrefrenable bestia intolerante, ráscate que eso es muy bueno -por lo menos tranquiliza al cabezo... en su cerrazón pataleante-.
No hay comentarios:
Publicar un comentario