Cualquier ser humano establecido en cualquier sociedad tiene una cota de libertad (las acciones que puede hacer y las expresiones que puede manifestar y, asimismo, unas imprescindibles posibilidades por difundirlas -en una realizable libertad pública o social- que depende de sus recursos).
Bien, teniendo esa libertad, la que sea, al mismo tiempo que la ejercita es responsable -como autor- de ella, por unas inevitables consecuencias que se determinarán en el entorno en el cual viven otros seres humanos. Así es, en evidencia una sociedad es un conjunto de libertades individuales que configuran -en una justa comprensión o tolerancia de ellas- los logros de tal sociedad y, también, sus prejuicios o sus errores.
Luego, sólo con los resultados del uso de la libertad un pueblo es más justo, es más progresista, es más libre; en definitiva sólo, por medio de ese uso, demuestra o no si posee unos sólidos e incorruptibles principios éticos.
Ahí no hay trampa, el pueblo es lo que demuestra con la utilización de sus libertades, a sabiendas de que cada libertad incide en las demás en promover la responsabilidad ya desde una conciencia individual por dar -primero- un ejemplo porque se cumpla esa responsabilidad en el entorno. Eso es, el buen uso de la libertad empieza por uno mismo, en discernimiento, no en aceptar o en seguir cualquier uso erróneo que otros -siendo más o con un engaño o cierto chantaje- te ofrecen; pues es uno mismo, la conciencia de uno, lo que ha de luchar por unos valores éticos siempre en coherencia con lo que se decide (por encima incluso de una concepción de libertad inculcada -sin contrastación racional o sin autocrítica-, y que es siempre... parcial, ya sea cultural, religiosa o ideológica).
No, no se trata de cambiar el mundo, de que te vean de tal o cual forma -porque te favorezca un escaparate de unos u otros intereses creados-, ni siquiera de que te bientraten o te maltraten, únicamente -a lo honesto- de advertir si ese uso de la libertad es el que se ha de realizar porque se siembre responsabilidad en el lugar o en la sociedad que te ha tocado vivir; y eso ha de ser defendido contra viento y marea, antes, por ti mismo ya signifique apreciaciones o denigraciones por los demás.
Pese a todo, el bienestar, la justicia, la paz y el progreso -útil al mundo- dependen siempre del buen uso de la libertad; es cierto que los que mandan -o los que tienen más recursos para difundir lo que piensan- deberían promoverlo, en pro de conseguirse esa cultura. Eso “es de cajón” o es lo más sensato por un equilibrio mental que dure algunos años o bastante; pero, los que mandan y los intelectuales mediáticos, ellos, impiden tanto el hacerlo como el que lo haga, por lo menos -en un dejar hacer o vivir-, otro. Pues, en cuanto se da un sólo respiro, machacan.
Todo es el demostrarlo, no se puede entender que el que utiliza “su todo vale” o sus sinrazones o sus facilismos o sus prestigios interesados se imponga, con ayuda de tantos, ninguneando al que sí demuestra. Téngase en cuenta que demostrar, razonar, explicar o aclarar es lo más difícil que existe -sólo viable por medio de lucidez y grandes esfuerzos, entre los cuales entran renuncias personales a ese fácil o corruptible beneficio social-; entonces, ¿por qué se desprotege y se pisotea? Por su comprensión, ¿cuándo se dará su dignidad? -sería la pregunta más exacta-.
2 comentarios:
Gabriela Bruch dijo...
muy buena nota, para releerla y repensarla
gracias por esta entrega
4 de agosto de 2010 14:27
José Repiso dijo...
Gracias, amiga Gabriela.
Si no se dice -ni se deja decir y ni siquiera hacer- cómo las cosas han de cambiar mejor, pues... nunca se cambian.
Todos los seres humanos tienen una máxima responsabilidad que es esto; eludirla demuestra que ellos son, irrebatiblemente -o de una forma objetiva-, también causa de cualquier horror o de cualquier injusticia.
Así de claro; al pan, pan, y al vino, vino.
Gracias de corazón. Hay que defender eso a toda garra -garra de dignidad o de valentía y en honor a la misma verdad-. Hasta Jesucristo fue intransigente con las sinrazones y con todo seguidor de ellas. Él no fue un cómplice ni un contemplador de lo malo ni un condescendiente de intereses parciales o de frivolidades o de adorarlas como ahora TANTOS hacen -a hechos-, sino "no he venido para traer paz, sino espada" dijo muy orgullosamente -pues, en evidencia, la justicia no se defiende sola-.
Un beso y sigue con tus poesías.
5 de agosto de 2010 04:04
Mercado Sobre Ruedas dijo...
La libertad, a propósito de los engaños y chantajes de que muchos ciudadanos son objeto en tiempos electorales, es posible alcanzarla sólo a través de la educación (formal o informal, los libros no muerden); es el primer paso, el más importante y trascendente, son las alas que permitirán a un individuo sumarse a los otros que ya consiguieron liberarse del yugo de la ignorancia en la que quieren mantenernos los beneficiarios del poder. Un pueblo culto no es manipulable ni condescendiente con quienes lo explotan y embrutecen.
¡Un saludo!
Sergio Rojas
29 de agosto de 2010 08:00
José Repiso dijo...
Tienes razón, Sergio, la mayoría de las veces es la ignorancia la que esclaviza a los seres humanos; ignorancia en su amplio contexto: a modo de prejucio, a modo de conocimiento inservible, a modo de conocimiento que no se usa adecuadamente, a modo de no tener siquiera consciencia de que eres ignorante o de que algo -que se aprovecha de ti- te engaña o te está esclavizando, poniéndote "como siervo para sus intereses".
Y, así, si tan siquiera lo sabes o no eres consciente de ello, evidente es, ayudas aún más a que ese algo te esclavice y mueva también los hilos de tu futura vida.
Lógico es, es el caso del poder del mercado que esclaviza y esclavizará cada vez más a las libertades del ser humano; pero, éste o aquél, como tantos tontos o ignorantes que hay por ahí, no lo saben, y se ríen de ser esclavizados, de que esa humillación pase a sus hijos, claro, de tal forma ayudan más aún a que le pisen sus libertades.
Y, también, alineados, aprecian en la sociedad lo que no apreciarían nunca en sus hijos (a estos lo que está lejos del saber, del demostrar, del esfuerzo, del honor, etc.), como traidores e inconsecuentes ante sus propios principios.
Aunque, ¡ah!, como tú bien dices, Sergio, en los libros está la clave, o una de ellas; es decir, todo lo que otros dijeron y enseñaron. Y con ellos siempre se aprende, siempre, siempre queda algo del apego a los que han pasado la prueba del tiempo o a los que hoy en día demuestran distinción o son sabios (porque ya luchan contra la inmovilidad de reacción mental para no repetir los mismos errores).
Ánimos.
30 de agosto de 2010 12:58
José Repiso dijo...
Nadie tiene (al margen del instinto, que es heredado o inconsciente) SÓLO intuición, ni imaginación, ni deliberación -lógica-, sino un proceso consciente de racionalidad o de entendimiento donde intervienen las tres capacidades, en unos niveles de calidad y de cantidad.
- La diferencia entre instinto e intuición es que el instinto LO DETERMINA los genes y la intuición LA DECIDE tu vida (lo que has vivido y lo que vives).
14 de septiembre de 2010 05:28
LO QUE PREDICAN CHOCA CONTRA ALGO:
Todo el mundo dice que no manipula, todo el mundo dice que no se corrompe, todo el mundo dice que no es responsable...; entonces, si la sociedad siguiese aceptando eso que predican -como total certeza-, nada habría que cambiar (aunque, los que cambian eso, sí, son los que conciencian lo contrario).
La sociedad es condescendiente de lo injusto con sus vicios y con sus errores a través de las costumbres, y es también un resultado de manipulación que los poderes predominates con sus intereses injustos han establecido; por eso se ayuda SIEMPRE -directa o indirectamente- a lo más mediático, en efecto, a lo más simpáticamente -en falsedad- vendido, y seamos claros, a lo más HdP -pues ya el venderse a lo injustamente establecido es lo más fácil del mundo-, a lo más influente y con glamour y de buena casta y "clase", o sea, a lo más irracionalmente manipulador porque... todos los recursos -en manos de eso- trabajan para eso.
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RESISTENCIA
Todo lo que no se protege se debilita; todo buen esfuerzo, que merece protección, si no se protege sobrevive en lo injusto y en la indignidad; todo noble luchador de la esperanza, si lo tiene todo en contra, inevitablemente se desangra.
A veces, cierto, solo queda la fidelidad a uno mismo, un resistirse ¡ahí! por si el tan deseado día llegase; al fin... amor.
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