martes, 9 de junio de 2015
Ya, en la era digital, todos los puercos tienen su cadena televisiva; los que no tienen poder no, los indígenas que tan desprotegidos están no, los millones que viven en la miseria no, los que son ninguneados y pisoteados todos los días no, los que reclaman lo que les han robado tras pagar tanta hipoteca y quedarse -al final- sin dinero sudado y sin casa no, los niños prostituidos no, las grandes víctimas de la guerra no, sino únicamente los que tienen algún poder (dinero, secta, grupo amplio de fanáticos o de locos, un periódico de riquetes, los que son respaldados por recursos públicos, por integrismos religiosos, por bancos, por multinacionales, etc.). Y lo peor es que, el cien por cien de lo que dicen, es mentira total; o sea, precisamente lo que ellos llaman: "verdad" (ya llenísima de buenamierda para que así lo parezca).
Existe un buen truco perverso mediante el "yo tampoco " -o tambien puede ser el "yo también"- que consiste en igualar esfuerzos, situaciones, etc. y, como se igualan, se igualan o se exterminan sus correspondientes dignidades. Así, si un paralítico aún no tiene silla de ruedas, ése dice: "Pues, yo tampoco"; si una persona lleva trabajando 70 años por algo social y aún no tiene una compensación -al menos moral- al respecto, ése que lleva tres días en lo mismo dice: "Pues, yo tampoco"; si un escritor lleva treinta años escribiendo, con todos los recursos de su vida expuestos a eso y aún no tiene un libro publicado o al menos alguna compensación al trabajo social que ha determinado, ése que no ha expuesto casi ningún esfuerzo, casi ni un céntimo y casi ningún riesgo en denunciar o en evitar algo dice: "Pues, yo tampoco".
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