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Tantos seres humanos siguen a un error (por ejemplo, millones siguen admirando a dictadores o a un negacionismo de una realidad) objetivamente porque lo creen real o cierto, o sea, ellos han pasado por un CONVENCIMIENTO SOCIAL siempre o por un adoctrinamiento que les ha llevado objetivamente a tal BUENIZACIÓN DE UN ERROR.
Algo terrible, porque los que están más implicados en eso no son los ganaderos o los carpinteros, ¡no!, ¡jamás!, sino las altas clases de la sociedad (más formadas, con más dinero, etc) que sí son las únicas que más poderes tienen (o más influencias con y por los poderes) para que tal buenización del error sea objetivamente viable o encajable en la sociedad.
Analizando eso, tal buenización del error o del mal, muy poco a poco va creando o fortaleciendo unas infraestructuras invencibles (de recompensa y premiación) que inevitablemente solo trabajan para que siga tal buenización-idiotización del error o del mal. Así es, ¡y toda la realidad tapada por ello!, África y todo.
Al final, el pobre y desamparado sabio que intenta luchar contra todo eso (abrazado a su corazón y a los valores éticos que no venderá por nada), va a recibir palos hasta en la sopa, de día y de noche, palos y palos y solo palos, silenciamientos, vetos y solos palos, o todos los maltratos y antirrespetos posibles e imposibles, ¡todos!
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