Paul Nizan |
jueves, 5 de abril de 2012
Relación de fascinación y repulsión:
A comienzos de los años treinta, Paul Nizan deploraba una universidad conservadora, llena de «perros guardianes». En la efervescencia radical de los años sesenta y setenta, ciencias humanas, crítica social y revolución parecían caminar con el mismo paso (7). El acercamiento entre estas disciplinas ilumina una institución atravesada de tensiones, respaldada por un régimen al cual le proporciona sus pilares, pero al mismo tiempo susceptible de destilar revolucionarios temibles. Esta contradicción alimenta la relación equívoca de fascinación-repulsión que mantiene la edición crítica con el mundo académico y los docentes-investigadores.
El editor busca en la universidad la robustez del método científico así como el prestigio de los autores. Pero deplora la perspectiva siempre diferente de los objetos de estudio. El interés le ordenan instalar a la cabeza de su colección de crítica social a un docente-investigador o, al menos, un candidato a caballo entre ciencia y política (entre productor y consumidor). En la misma lógica, el director de una revista crítica es proclive a equipar su comité de lectura con profesores asociados, tesistas y autores consagrados, a veces en detrimento de los intelectuales orgánicos del movimiento social, es decir, vinculados con formaciones de lo que ocurre en la calle, sindicales, políticas o asociativas. Cuando los comités de redacción de revistas « comprometidas », encargados de seleccionar los textos contestatarios destinados al público en general, alinean a los mismos nombres que los consejos científicos de revistas académicas, ¿todos los planteamientos críticos tienen las mismas oportunidades de pasar por el tamiz? Con certeza, la formación doctoral ofrece a sus titulares conocimientos. Pero ella también implica una pedagogía de la renuncia, una educación del decoro y las prelaciones, una incitación a devolver los favores, un aliento a estimar los asuntos que son «siempre más complejos» , pues la híper-especialización se impone. Dicha formación autoriza la crítica pero evacua a la política así como difumina fácilmente la frontera entre lo serio y lo pomposo. Pierre Rimbert
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