Y eso ha sido siempre posible mediante la idealización o EXAGERACIÓN de lo que, con razones fundadas, es bueno o es un buen valor. Claro, cuando uno de verdad ama, sobredimensiona ese sentir, lo exagera; cuando uno tiene un único amigo, lo exalta exagerando en que no tiene siquiera defectos, es decir, lo exagera.
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A ver, en todo decir humano puede existir UN EXAGERAR LA MENTIRA o UN EXAGERAR LA VERDAD considerando que, por mucho que se exagere la mentira -que es la base-, no deja de ser mentira -he ahí el error- y, por otro lado, por mucho que se exagere la verdad -una verdad: un valor ético-, no deja de ser verdad -he ahí el acierto o su legitimidad-.
Por eso, siempre cualquier verdad se ha energizado así -se ha protegido- para que reciba las máximas atenciones posibles, porque -en beneficio seguro- prevalezca o porque sobreviva frente a sus incontables obstáculos.
El error siempre empieza desde la base, desde una base irracional -o mentira- que se exagera gratuitamente, implantando confusión o desconocimiento en el entorno.