jueves, 1 de julio de 2010

BASTA
T
odo ser vivo ha de conocer obligatoriamente la realidad para ADAPTARSE A ELLA; y, como ocurre -como resultado- que todos HAN ESTADO existiendo en el medio, todos se han adaptado a la realidad en función de sus propiedades (por ejemplo: es propio de un perro adaptarse a correr, no a volar), claro, todos han conocido obligatoriamente la realidad.
Ahora bien, está ahí la SINGULARIDAD de ese conocer la realidad, cada ser vivo, cada ser humano, tiene esa singularidad que le es... propia; pero ¡nunca! se ha de hablar -porque conllevaría confundir- de PUNTOS -del conocer-, ¡no!, en cuanto que posee el conocer en sí mismo -el logrado, el que le corresponde-, no una parte.
La mayoría de los científicos o de los intelectuales COMETEN ESE GRAVE ERROR. Un ser vivo no tiene un punto -una parte- del conocimiento -puesto que eso significaría que el conocimiento -un total- es algo extrapolable a ellos mismos, o sea, ajeno-, sino plenamente tiene SU PROPIO CONOCIMIENTO, sea cual sea. Más claro, un ser vivo no tiene un punto -una parte- de la vida, sino tiene absolutamente la vida; es decir, la vida le es propia a él totalmente, con su singuralidad -con su denominación de origen-. Un ser vivo no tiene un punto -una parte- del conocer, sino tiene absolutamente el conocer; es decir, el conocer le es propio a él totalmente, con su singularidad.
Por otra parte -y en un contexto muy contrario o distinto-, están los seres vivos que hacen cultura, que hacen emociones -y cada uno a su capricho y a su interés-; sin embargo, esto es UN AÑADIDO a lo esencial que he explicado, es decir, que muchas veces a la hora de comunicar cada uno se inclina a sobrevalorar y a inflavalorar ciertas cosas en función de sus emociones.