lunes, 28 de diciembre de 2015

"No importa cuantas palabras sagradas hayas leído, no importa cuantas has dicho. No sirven de nada si no actúas de acuerdo a ellas". Buda.
LAS PALABRAS, SI QUIEREN SERVIR A LA VERDAD-LIBERTAD-HONESTIDAD, no pueden ir ornamentadas de mentiras, de rodeos o de enturbiamientos, sino solo de directa verdad y de directos brillos de realidad.
El vocabulario todo es lícito, honesto, bueno o justísimo si va dirigido a no callar ni esclavizar a la verdad; y ha de ser lo más acusatorio si acusas sin teatros a injusticias, ni más ni menos. Al que le guste darles ornamentos de mentira a la verdad, pues ¡miente como un miserable bellaco o vendido!
Si no proteges a la verdad y a quien lucha por ella -con lo que supone de dificultad en sus continuos esfuerzos racionales-, sí, vas protegiendo a lo que siempre ha destruido, a las sinrazones y a las injusticias.
Si te dejas engañar, ya -con esa carga de engaños que tienes dentro- no estás capacitado para dar ejemplaridad ni ética. La apariencia o las influencias que tengas, el poder que tengas o la formación que tengas no son válidas.