domingo, 17 de octubre de 2010

¿QUÉ ES UN VALOR ÉTICO?


Un valor, sea o no sea ético, es “algo que tiene una importancia” porque “nuestra voluntad se la ha dado” por uno o por otro motivo, o por una u otra causa (costumbre, educación, prejuicio, presión circunstancial o social, etc.), y sirviendo para algo (para intereses de Estado, económicos, religiosos, sociales, individuales, etc.); por lo que, concebido de una u otra manera por la voluntad -manipulada interesadamente o no-, siempre protege a algo más o menos minoritario o mayoritario: de uno, de unos, de pocos, de muchos, de casi todos, de todos y, también -si es un bien natural-, de esto o de todo.

En cambio, un valor ético ya tiene una pretenciosa finalidad constante, o determinada ante cualquier causa porque se ha considerado o demostrado racionalmente que es imprescindible para todos, por encima de los intereses que “temporalmente” se muevan en la sociedad.
Conque es un valor que sirve al vivir común y al convivir mejor de todo y de todos; ciertamente, ya es algo que se aleja de la manipulación -en una renuncia propia y social- porque concierne únicamente a la conciencia del ser humano por una lealtad a una coherencia de la responsabilidad constante que ha de tener -siendo, así, equilibradamente beneficiosa- en toda su vida.

¿Cómo distinguir un valor ético del que no lo es?

Se ha aclarado que un valor ético ha de ser “del bien común” o beneficiar a todos; pues bien, para que eso sea posible, cualquiera o todos deben tener las capacidades o las cualidades que realmente lo alimenten; quiero decir, como es “del bien común”, en responsabilidad todos deben poder desarrollarlo. En pro de eso, evidente es que el valor ético radica no más que en las propiedades “connaturales” de todos los seres humanos, sin excepción o indiscriminadamente.
Ahí está la primera infalible prueba, la amistad todos la pueden desarrollar, nadie, absolutamente nadie es ajeno a ella ni, aun, tiene una total incapacidad para no cultivarla. En efecto, siempre en algo, la amistad, el amor, la sinceridad, la comprensión, la solidaridad, etc., “son de todos “o todos pueden alimentarlos (con más o menos ayuda de los poderes fácticos y educacionales).
Por el contrario, “ser rico” no, nunca, es un valor ético en cuanto que siempre, para que haya un “ser rico”, por obligado ha de existir un “ser pobre”; a ver, es una cualidad por “tener” lo no “connatural” que se sustenta, en verdad, en que “el otro no la tiene”.
No nos engañemos, “explotar”, “mandar”, “recibir”, “ordenar”, “callar”, “dirigir”, etc. imponen estados de privilegio -muchas veces de superioridad- que siempre excluyen a otros; y no, nunca, “pedir” -a todos-, “proponer” -a todos-, “mirar” -a todos-, “convencer” -a todos-, “razonar” -a todos o contando con todos-, etc. Para estos tiempos del “todo vale”, precisamente acabo de aclarar – a todos y contando con todos- lo que es... “verdad”: razonar sin excluir o ningunear el razonar -o la contraargumentación- de nadie.

Y, dicho eso y por último, ¿qué es un principio ético? Pues el ponerle “un principio de vida” (un “origen de donde partir”) o un lema a tus acciones de un valor ético en concreto; de “verdad” sería “un amor o un defender la verdad”, de la “honradez” sería “aceptar sólo un merecer justo”, del amor sería “sé bueno y no mires a quién”, de la “tolerancia” sería “vive y deja vivir”, de la “amistad” sería “considera lo que te ha dado y perdona sus defectos”, de la “solidaridad” sería “comprende primero la necesidad” -porque no haya un irresponsable derroche-, etc. Por supuesto, un principio es empezar, no llevarlo “de palabra” a la radio para que quede de adorno como “el que no sabe de la cosa”.

Sobre todos los valores éticos, he de señalar lo más importante, esa base que los esencializa, que los virtualiza para que cada uno sea coherente con los demás: es el "reconocer". Si no se reconocen a esos valores mismos pues, sin más, son interesadamente no éticos. Si no se reconoce la dignidad de todo lo que vive, en efecto, es imposible que se le practique algún valor ético. Si no se reconoce al que demuestra, el valor de la "verdad" es humillado y humillada "la verdad del amor", "la verdad de la solidaridad", etc. Si no reconoces un hecho en concreto, ese hecho siempre recibe por ti un desprecio -de que exista como todo- y, asimismo, una miserable negación de la realidad. Si no reconoces a tu padre, imposible es que puedas ser honesto con cualquier otra dignidad.
Uno u otro valor nunca se pueden utilizar para excluir a los otros; sin duda, por cuanto que un dictador podría alardear de practicar mucho el valor de la "amistad", cierto -a conveniencia-, pero a costa de los otros valores y, así, negándolos.