sábado, 9 de octubre de 2010

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Las autoridades chinas tienen a una quinta parte de la población del mundo perfectamente bienedudada para que digan lo que han de decir, sin que les ofenda y sin que les insulte nada -al igual que ocurre en muchos otros países-; he ahí la infinita subjetividad de quien utiliza el término "bieneducado" como arma para quien sea, para éste o para aquél -algo tan intolerante, sí, que hasta dan ganas de vomitar-.
Sólo las personas como Liu Xiaobo, que malaeducamente en un manifiesto descalificó de dictadura -y, por lo tanto, de dictadores- a los que siguen un régimen que tanto oprime las libertades, son en este mundo valientes -porque la valentía va en función al poder de quién te enfrentas-, valientes de verdad.
Para China, Liu Xiaobo sigue siendo un ser, en desprecio, obsceno y demasiado insultante.