martes, 13 de marzo de 2012

Es una absoluta falacia el que tenga uno -y por imposición hipócrita- que RESPETAR A TODO Y A TODOS (¿respetó Jesucristo por igual a los fariseos que a los demás?); pues, si eso fuera así, el mundo no duraría ni un día. 
Sí, ¿respetar a tanto que, en hechos, no se deja respetar?, ¿respetar a terroristas?, ¿a pederastas?, ¿a genocidios?, ¿a racismos?, ¿a manipulaciones?, etc. Porque el respetar supone tal veneración que, en inevitable "obediencia", inmoviliza las reacciones de crítica, de autocrítica, de indignación y de protesta -también respetar la mentira conlleva... otorgarla-. 
En efecto, cuando respetas a tu padre es porque evidentemente no te ha maltratado, no ha maltratado a tu madre, etc. y, como padre que es más o menos con sus defectos, lo respetas.  Así es, respetas lo que es convincente en hechos, y nunca lo que no lo es; porque sería un grave error de hipocresía o por someterte a intereses alineatorios no éticos o no honestos. 
Aunque lo que siempre, claro, hay que respetar es los derechos humanos de todos, ¡eso!, que ya es algo diferente.