Se necesita poco entendimiento para tener en claro que únicamente otro u otros te pueden imponer algo -contra tus propias decisiones- desde un poder social superior al que tú mismo tienes; es así, exactamente así, puesto que te ves obligado a “aceptar” o a aguantar algo por la fuerza, ya sea por mera supervivencia o ya sea por un digno bienestar cuando, esa imposición, se te utiliza a modo de acoso presionando tus propias libertades en restricción de la racionalidad.
Luego, sólo y nada más puede imponer lo predominante (las costumbres, las leyes, las modas, etc.) y quienes poseen recursos de presión (económicos, mediáticos, políticos, religiosos, patrióticos, etc.) o de un factible imponer que otro, que no los posee, no los puede eludir o que no los puede vencer ni con los valores éticos ni con la capacidad del convencimiento libre o con la sensatez en suma.
Y está expresado sin que se le imponga a nadie; como el expresar que realmente el Sol sale por el Éste pero, si crees que se te impone esta realidad, pues sácalo por el Oeste y, así, no se te impone y te pones lo antirreal.
No más engaños, no más manipulación, quienes están alineados -en protección y en beneficios- en uno de esos poderes de presión -no ejercidos sólo por el convencimiento- sí imponen en evidencia desde todo el poder de tal alineación; pero no quien está fuera en un uso prioritario y exclusivo de la racionalidad.
Ya dije en otra ocasión que mis detractores -esos- son tan miserables éticamente que, hasta para insultarme, son estúpidos y apestan a cobardía.
Uno, un violento colombiano, con los tornillos flojillos de eso que llaman cerebro, me dijo que yo le imponía mis demostraciones; pues bien, sí, éstas se difunden en Internet -que para eso es de todos- sin alguna alineación de poder por mi parte, sin apenas recursos por mi parte, sin marketing ni mecenazgos, sin privilegios grupales, sin padrinos ni apoyos de influencias por mi parte, sin representabilidad de poder por mi parte, sin mediación o sin lanzadera mediática por mi parte, sin “peloteos” por mi parte y -lo más importante- sin alguna cerrazón o intolerancia por mi parte para aceptar -ya directo al grano- “lo que se demuestra” o lo que se prueba contra lo que hago o contra lo que digo.
Por supuesto, se difunden así, con la absoluta libertad en cualquiera para decidir conocerlas, para contactar conmigo -ya que para eso existe el bloqueo del “correo no deseado” o la expresa o sencillota advertencia del... decírmelo, que es fácil, como rascarse la nariz-.
Además, la publicidad del tan importante conocimiento -no lucrativo- ha existido durante toda la historia, y es nada más que dignamente necesario.
Aunque, claro, a bastantes, a los que imponen sin escrúpulos -desde el poder de una alineación acosadora de prejuicio o sinrazón- intolerantemente les molesta todos esos que les exigen que respondan a sus errores o nada más les molesta que les frenen tener poder; por lo que, de inmediato, a jauría mental, a gran perversión, atacan a lo personal del otro que ama la vida “no miserablemente ética o inhumana” diciéndole que es un ignorante, un rudo, un paria o ya un inferior a su clase mental podrida. Eso sí que lo saben hacer en sinrazón, en egolatría y en crueldad.
Cada uno sólo es lo que es capaz de demostrar en hechos y en coherencia racional; y lo demás son trucos para destruir, astucia de corrupción y de antiética.
(7 de enero de 2011)
No hay comentarios:
Publicar un comentario