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- La servidumbre de tu pensar: consideras que tu pensar debe servir por obligado a un interés o a un sentimiento (sentimiento patriótico, ideológico, familiar, religioso, etc.). Ahí tu pensamiento ya no es libre, sino servidor de eso, esclavo. La conclusión ya está predeterminada.
- No remitirte sólo al procedimiento racional delimitado, sino a todos para sacar un beneficio del "todo vale". Aquí es válido todo para tener la razón: intimidar, confundir, utilizar demagogia, argucias, etc.
- No amar realmente a la verdad o no saber valorar: eres víctima de una vida desalmada sin responsabilidad. Aquí, por egoísmo, frivolidad e indiferencia, la conciencia no existe, la capacidad de reconocer tampoco y el saber valorar la razón es... imposible. Aquí la ignorancia se hace crónica. Al bien lo haces todo un teatro de falsedad y te crees que, en falsedad y corrupto, es bien. La destrucción está así en marcha.
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